El plenilunio del Cristo es también conocido como el día de la Gran Invocación.
Esta oración no se limita a ese día, pero justamente esta luna tiene que ver con la presencia jerárquica del Cristo. El Cristo de alguna manera es quien se invoca en la gran invocación. Se invoca esa presencia: “que el Cristo retorne a la tierra”. Por esto, ese día se asignó para esta oración, porque esa presencia.
El Buda y el Cristo, son si se quiere, las dos entidades más próximas a la humanidad que viven cercanas a Dios. Es decir, que no pertenecen a este plano. El Buda como la sabiduría y el Cristo como el amor de Dios. Esos dos aspectos se invocan en las primeras estrofas, esa sabiduría: “que la luz descienda a la tierra” esa luz del Buda. Y luego, “que el amor descienda a la tierra”, que el Cristo retorne. El rayo azul, el primero, la sabiduría del Buda, el rayo amarillo, el segundo, la segunda energía, que de alguna manera va a tomar más fuerza en el plenilunio de junio.
Los siete rayos
Los siete rayos que algunos conocerán, con sus siete colores, que son los colores que vemos en el arcoíris, son cada uno una cualidad del Amor de Dios. Es decir, que de alguna manera cualifican a las personas para alcanzar su vocación en el servicio. Algunos alcanzan las medicinas, otra cualidad tiene que ver con la evolución del crecimiento espiritual, hay quienes están más cercanos al intelectualismo, otros más afines al hacer servicio amoroso desinteresado.
Hay distintos rayos, distintas cualificaciones. Pero estos siete rayos en realidad son sub-rayos del segundo rayo, que es el del amor solar. Todo viene del sol, del sol llega ese rayo y en la tierra se convierte en estos siete sub-rayos. Cada uno de estos sub-rayos tiene sus directores, es decir, quienes encarnan la cualidad plena de ese rayo, que la irradian y la transmiten hacia la humanidad.
Cada persona pertenece a un rayo. El amor de Dios, o sea Cristo es el Maestro de los Maestros todos. Entonces, todos ven a Cristo como su Maestro, no importa la jerarquía que tengan. Es decir, es el amor de Dios quien se acerca a la tierra en estos momentos a dar la bendición en la luna llena de junio. Llega esa irradiación.
Pero, no se trata de aprovechar ese día de la luna llena para bañarnos con esa energía si a lo largo del mes no estuvimos haciendo nada, porque no es un regalo que nos llega, sino que hay que trabajar para ganar, hay que merecer. Todos merecemos recibir lo que nos corresponde, entonces, todos deberíamos pedir a Dios que se haga justicia con todos, no la justicia que nos conviene a nosotros.
Entidades que colaboran
Entonces, sea el Buda, sea el Cristo, hay muchas entidades trabajando para todo esto; hay entidades cósmicas como el avatar de síntesis, el espíritu de la paz que trabajan para esa segunda venida de Cristo, para preparar al mundo para que eso se pueda dar. Muchas entidades, muchas energías, en las lunas llenas están con más intensidad y más cerca, pero se verán beneficiadas no aquellas personas que simplemente busquen de hacer silencio en ese momento y luego no pueden detener la mente, sino que cuanto más esfuerzo se hizo, cuanto más trabajo; mayor será el salario, mayor será el beneficio.
En esa reunión en los Cielos, ese día de luna llena, asisten todos los discípulos, todos los ángeles, todos los Maestros, todas las entidades. En este caso, en esta luna en particular, quien tiene un protagonismo mayor, principal, es el Cristo, pero no todos los que están allí, pese a tener jerarquías espirituales, lo pueden ver, porque va mucho más allá de la imagen que tenemos de Jesús. Estamos hablando de la entidad espiritual. Entonces, no tiene forma, y lo que se percibe, depende de la evolución de quien está presente. Esto que se da en los cielos es una analogía con lo que se da en la tierra: no porque haya luna llena y salgamos a buscar esa luz, o podamos mirarla, recibimos toda la fuerza de lo que de allí proviene. Esto dependerá de nuestra evolución, conciencia, y entrega.
No se trata de aprovechar para tener fuerza para hacer cosas indebidas, para seguir trabajando con el ego, sino que vamos trabajando en combatir nuestro ego, en ordenar nuestra casa, nuestra vida, y habrá más espacio en nosotros, donde pueda entrar más luz.
Si somos lo suficientemente conscientes y comprometidos, podemos estar ahí sin darnos cuenta, y nada impide que la luz astral llegue. Es decir, es nuestro salario, lo merecido. Hay de todo para todos, pero para cada quien lo suyo. Entonces trabajemos, porque según lo que hagamos lo que habremos de recibir.
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200602-AJ