AMARITA

Hubo una vez una familia de campesinos formada por un tirano y déspota padre que solo ejercía odio y temor a sus hijos; una esposa bellísima en su rostro y su corazón, ahogado éste de tanta tristeza. 

Una noche fría llaman a la puerta de la humilde morada, atiende uno de los cuatro niños ¿Quién eres? Di a tu padre que mi nombre es Dolor, estoy hambriento y con mucho frío, necesito verlo. El niño comunica a su padre y éste da un grito ordenándole que se retire, que nada tiene que hacer ahí. 

La esposa llena de ternura y con lágrimas en los ojos prepara un pedazo de pan, una manta, y se la entrega al anciano. Este le da las gracias, la bendice y le dice: tú, hija mía y tus tres hijos serán salvados. Sin comprender siquiera las palabras del viejo entró a su casa y nada dijo, solo escuchó los gritos que profanaba el esposo por haberle dado ayuda. 

Otra noche llaman a la puerta, atiende uno de los niños: no te conozco, no veo tu cara, ¿Qué quieres? Mi nombre es voluntad, necesito descansar, he caminado mucho para llegar aquí. Entra el niño a la casa y el padre de un grito indica: échalo pronto, no hay sitio para que esté. Amarita, la esposa, sale y lleva a Voluntad de la mano. Tratábase de una hermosa mujer. Le dio lugar en el corral pidiéndole perdón por la actitud de su esposo de no dejarla entrar en la casa. Voluntad le dijo: hermosa mujer eres, tú y tus tres hijos serán salvados. Nada debes temer, de nada debes culparte. 

Pasaron muchas noches y una calurosa mañana, habiendo llegado el verano, llaman a la puerta. Un niño atiende y dice: mi padre no quiere que nadie más venga a esta casa. Mi nombre es Amor y tengo que hablarle, necesito que me escuche. El hombre furioso como una fiera arrojó insultos a la silueta que veía atrás de la ventana. Amarita sintió su corazón latiendo de felicidad y salió al encuentro de Amor, se confundieron en un abrazo y la mujer ahogada en sollozos dijo: es el día más feliz de mi vida. Amor le dijo: tú y tus tres hijos serán salvados, él me ha enviado. 

Reunió Amarita a sus hijos para realizar las oraciones diarias y uno de ellos siempre renegaba y prefería permanecer con su padre burlándose del resto de la familia. Así fueron pasando por la cabaña la virtud, el trabajo, la oración, la amistad, y todos fueron expulsados por el temible señor. Solo Amarita y tres de sus hijos acompañaban a los visitantes aún sabiendo que después el castigo les sería impuesto por desobedecer. 

En una tarde resplandeciente aparece un jinete reluciente, llama y dice: di a tu padre que mi nombre es Fortuna y vengo a verlo. El malvado dueño de casa sacó a todos a empujones abriéndose paso para recibir al visitante. Vengo a traerte todo lo que has anhelado. Conmigo, he de advertirte, vienen más. Nada has de decirme y yo no he de preguntar, eres bienvenido a mi hogar.

Fortuna clavó sus ojos en la bella Amarita, y está llena de vergüenza comprendió que uno de los invitados que traía era la lujuria. Todo comenzó a cambiar en la casa, esta se transformó en una bella morada, ricas comidas, lindos ropajes, fiestas, y así comenzó el caos. Amarita no encontraba un lugar para sus oraciones, su tristeza era tan profunda que sólo la confortaba el cariño de tres de sus hijos puesto que el otro, encandilado por las bondades materiales, se había quedado con su padre. 

Una noche en que la fiesta y el descontrol colmaban el lugar, se presentan unos ladrones. El dueño de casa entrega parte del dinero que tenía y estos no conformes exigen más. Amarita al ver la situación toma a sus tres hijos y huye. En ese instante un gran aullido se escucha, los ladrones habían muerto al hijo del malvado hombre. Este mira a Fortuna, y Fortuna le dice: tú no quisiste escuchar qué más traía conmigo, yo pocas veces marchó solo. 

La mujer es recibida por Dolor, quien la envuelve en la manta que ella misma le había dado, y le dice: -hallarás consuelo pues eres digna hija de Dios. Él nunca quiso escuchar las voces del señor que venían a prepararlo. Cuando yo llamo a una puerta y soy bien recibido es porque allí está la fe, la mano del señor. Tú enjugarás las lágrimas por haber perdido un hijo, Voluntad estará contigo y te proveerá de abrigo. Eres mujer virtuosa, llena de pureza. El señor quiso elegir a toda la familia para que cumplan con su mandato pero no pudo ser. Todos fueron a dar la palabra y fueron rechazados, sólo tú por tu bondad y simpleza diste lo que tenías. 

Siempre que mires con el corazón mirarás con los ojos del Padre.

Texto Inédito.