Vivamos con Amor sin estar pensando tanto lo que dirán los demás. No se trata de atropellar a nadie, porque entonces no estamos haciendo un camino de Amor.
Con respeto hay que escuchar, entender, atender, pero no hay que traicionar nuestras bases, porque cualquier morada -si queremos que se sostenga a través del tiempo, y si estamos hablando de lo espiritual- eternamente se debe sostener, tiene que tener cimientos firmes, roca sólida.
La roca sólida en la construcción espiritual, es el Amor, tiene cimientos de Amor, y ese Amor es puro, purísimo. No habrá, con el tiempo, que pensar en que hubo un grano de arena o una piedra que estuvo mal colocada, o en tiniebla adquirida. Bases firmes, y eso es Amor.
Esa morada la estamos construyendo día a día con nuestro obrar cuando obramos en Amor. Cuando obramos egoístamente, construimos morada en la Tierra, porque es el mundo en donde mora el egoísmo.
En los Cielos no hay egoísmo. Entonces, si vivimos para el egoísmo, tendremos muchas vidas por delante para volver a este mundo a seguir viviendo. Si vivimos en Amor, iremos formando una morada en los Cielos en donde, en Amor, podamos vivir eternamente.
Daniel Ferminades
Extraído del Fascículo la Divinidad