La alegría de estar en afinidad con la vida
Existe una forma de alegría que se desprende de vivir en armonía con la naturaleza y con lo que ella nos acerca. Reconociéndola como madre, como una escuela en la que estamos con disposición a aprender y con la intención de crecer y superar limitaciones, a través del aprendizaje. Sabiendo que cada limitación superada, nos permite llegar más lejos y con más conciencia de hacia dónde nos dirigimos y dejando resuelto aquello que en algún momento, por ignorancia o inconsciencia, no supimos sobrellevar.
Vivir en esa alegría que es producto de una actitud hacia la vida, de una seguridad interior que dicta que así se debe vivir; atrae a seres semejantes y, de alguna manera, se repelen muchos problemas y mucha de la energía negativa que se genera en un mundo como en el que estamos. Esto, sabiendo que debemos tratar con la realidad y sin ignorarla, nos ayuda a tener cierto equilibrio y optimismo.
La alegría de ver la realidad como es
Lo que nos estimula a trabajar en esto, es la disposición a enfrentar lo que se presente y no cerrarnos a ver la realidad. El ver todo lo que hay para ver, y no sólo lo que queremos, permite distinguir lo que está mal y diferenciarlo de lo que está bien.
A aquello que está bien, aferrarnos e incorporarlo en nuestra vida como una fuerza, para que la voluntad se fortalezca junto a la experiencia y a la conciencia. Al ir quitando lo que está mal en la vida, dejamos de recibir innecesariamente el mal que otros nos acercan, porque no estamos obligados a recibir ni dejar que nos desestabilice, mucho de lo que llega a nosotros desde el afuera. Se trata de organizarnos de una manera consciente e inteligente para ir logrando la fuerza necesaria antes de enfrentar lo que llega.
Todo eso produce alegría y atrae más aún, y esa irradiación, que es resultado de un trabajo interno, podrá llegar a personas que tal vez no la conocen.
La alegría de ser sinceros con nosotros mismos y de sentirnos protegidos
Solemos ver fotos de momentos alegres, personas sonriendo para la cámara, pero no siempre es alegría; es muy común que sean sólo poses. Algo así sucede con preguntas que nos hacemos “por educación” y a las que siempre respondemos estar bien aún teniendo problemas, pero para no profundizar decimos “todo bien”. En general nos engañamos y no asumimos nuestra realidad. No se trata de convertir en psicoanálisis cada encuentro, pero hay cosas que podemos compartir, para encontrar apoyo o consejo. Tampoco es llevar ese dolor y el peso que estoy sintiendo a otro, sino reconocer que necesito ayuda.
Este hecho de sincerarnos, ayuda a tener alegría y felicidad, porque logramos armonía con la naturaleza y con las leyes universales. Cuanto más nos acerquemos a ella, mayor influencia y mayor fuerza tienen esas leyes universales como escudo. Cuanto más fuerte es nuestra entrega, mayor es la protección.
También se trata de saber elegir, saber a dónde llevamos nuestra intención de compartir lo que hemos entendido, porque cuando una criatura está jugando; hablarle de compromiso y responsabilidad, hará que reaccione contra nosotros. En cambio, cuando esa criatura sabe que es el momento de prestar atención, y que se le va a transmitir un conocimiento que le ayudará a formarse, estará más receptiva y abierta al entendimiento.
Ningún discípulo cambia por recibir la palabra de un Maestro. Cada persona cambia por lo que hace con ese conocimiento. Aunque un Maestro puede expresar luz, si el discípulo no está dispuesto a recibirla, no tendrá el efecto que podría tener y que quisiera el Maestro, que es que reciba esa luz en su corazón y la encarne; que vuelva una realidad sus enseñanzas.
La alegría de encarnar las verdades que reconocemos
Es muy importante encarnar los conocimientos, aquello que reconocemos como bien. No importa lo irrelevante que parezca; ninguna verdad que reconozcamos es irrelevante. Todas son importantes porque todo es parte de una verdad universal que contiene las pequeñas verdades que vamos descubriendo día a día.
Llegamos a lo grande a partir del detalle. A partir de cada cosa que reconocemos de bien, tenemos que hacer el esfuerzo por salir adelante a través de ese bien; hacer lo que corresponde, ir dejando atrás lo que está mal. Buscar con verdad lo que está mal en nosotros y ocupar ese espacio con bien. Esto, atrae más energías positivas, y ellas nos acercan a la luz que, a medida que se integra, nos ayuda cada vez más a reconocer lo que es justo y de esa manera encontrar equilibrio.
La alegría de aspirar a bienes elevados
En aquello que está en evolución, predomina una energía positiva, mientras que en aquello que está en descomposición se genera energía negativa. Cuando comenzamos a eliminar la presencia del ego, generamos energía negativa que saldrá de nosotros, no con un propósito de mal, sino como producto de la disolución del ego. Muy distinto es tratar de ser personas positivas, dándole libertad al ego. Estas personas atraen energía negativa con esa actitud, y lejos están de sentir felicidad, de vivir con alegría la vida, porque no siembran lo necesario para poder cosechar esto más tarde.
Como fruto del trabajo interno, se irá acrecentando la alegría y la felicidad, en la medida en que se abrace la verdad y se acreciente la fuerza hasta el momento de sentir la obligación de mejorar nuestra vida y que el amor nos llame a compartir, sin imponer, lo cosechado con los demás. Llevar adelante nuestra vida conforme a niveles morales cada vez más elevados, trae como cosecha frutos de bien para compartir.