“El Karma es deuda… Quien vive en Amor, no genera Karma”
El Karma es deuda contraída con el Creador.
El Creador nos dio la vida y a partir de ahí, de alguna manera, estamos en deuda. Él espera que tomemos conciencia del valor de nuestra vida, nos dio el libre albedrío para que hiciéramos la experiencia de ponernos en contacto con la naturaleza que creó, para que pudiésemos ingresar en ella.
Primero le dio forma a un paraíso y luego ingresó el hombre. Ese paraíso era la escuela perfecta para evolucionar dentro del Sendero, porque por Amor nos trajo a la existencia.
Constantemente con Su Amor nos está haciendo llegar el alimento que necesitamos para vivir, para seguir adelante y obtener de él las fuerzas para realizar nuestra labor, estando agradecidos, como obreros, porque gracias a tener la vida que nos ha dado, podemos trabajar, tener nuestro salario y alimentarnos de él.
Si vivimos eternamente tratando de trabajar lo menos posible, viviendo gracias a Dios y a lo que nos da, pensando que nunca tendremos que devolverlo, no estamos conscientes de que esto es lo que nos va a traer un Karma.
Lo que Él me ha dado es para que lo multiplique, no para que lo malgaste. Entonces, si lo malgasto, utilizándolo en el mundo a conveniencia, luego no tendré para devolver. Y multiplicarlo no es para que Él tenga más, sino para que llegue a los demás.
El Padre, que es justo, me hace llegar lo que necesito. Cuando lo que estoy pidiendo no es para mí sino para el necesitado, se multiplica lo que tengo aún más. Si no tengo ni siquiera para mí, no se puede multiplicar. Entonces, primero debo tener yo.
Si busco crecer espiritualmente, nunca me faltará.
Si cuando reconozco y agradezco todo lo que tengo, y al estar y vivir agradecido presto atención a la necesidad de los demás y pienso más en ellos, se multiplica lo que hay en mí, pudiendo llegar al prójimo, a saciar su apetito, su sed.
Uno no vive consciente de lo que está teniendo gracias a Dios, y piensa que lo tiene porque trabaja, respira, come, bebe, ignorando que la divinidad es la que nos da la vida y nos sostiene.
No sólo de pan vive el hombre, sino de las palabras que brotan de la boca de Dios. De la enseñanza, de la sabiduría, de eso también hay que vivir.
“No sólo de pan”, no quiere decir que el pan no importa, hay que llevar en equilibrio las dos realidades, pero nunca olvidarse de que, por encima de todo, están esas palabras que brotan de la boca de Dios. Así tenemos que vivir.
Si no lo hacemos y vivimos humanamente tratando de llevar el día a día a conveniencia, y mejorarlo según nuestro entendimiento -que esto sería conseguir una casa más grande, más cómoda, cosas que son materiales, tal vez superfluas, no esenciales- si tan sólo pensamos en eso y no en lo espiritual, estamos utilizando nuestro tiempo de vida, energía y alimento que Dios nos da, en obtener aquello que queremos para nosotros, sin considerar a la Creación.
“Si no comparto, no brindo a los demás”.
Comparto solamente, a veces, con las personas que tengo más cerca, con los que quiero, mis allegados, pero no con todos. Si pongo barreras, límites, condiciones, no me estoy comportando como el Padre. Estoy utilizando aquello que me da, purísimo, para volverlo egoísta, en mi favor.
Esto genera Karma, genera deuda. Todo eso que Él me dio, tengo que devolverlo.
Si a esta semilla que me dio para alimentarme, estoy dispuesto a darle la atención que corresponde -depositándola en tierra, ayudándola a crecer, acompañándo en el crecimiento a esa planta, que germinará, y en un momento fructificará y se multiplicará- lo que era una semilla, que me servía de alimento, se convertirá en cientos o miles que servirán para alimentar a otros. Esto es para el granero del Padre, es Dharma, es tener riquezas.
La realidad en este mundo es que la mayoría de las personas vive devorándose esa semilla, pensando en el momento y sin importales lo que ha de venir. No piensan, ni analizan con inteligencia, que si la depositan con conciencia, a lo mejor tendrán que ayunar durante un tiempo, y comer, no lo que quisieran, pero sí lo que les ayude a seguir adelante, a obtener fuerza, y a su vez buscar alimentarse con Amor, y al multiplicarlo pueda llegar a los demás. De esa manera no generar Karma, no generar deuda.
El Karma es la cruz que hay que cargar.
Cuando se la carga conscientemente y con Amor, somos conscientes de que lo que cargamos lo hemos generado.
El Padre pide que sepamos cargar la cruz con Amor, hacernos responsables. Cuando tomamos conciencia, nos hacemos responsables y empezamos a poner Amor. No nos pesa tanto, porque cuando estamos haciendo lo que amamos, no sentimos tanta carga. Cuando lo que hacemos nos molesta, protestamos, nos parece pesadísimo, y hasta pensamos que Dios es injusto.
Hay momentos de nuestra vida en los cuales sentimos que nuestras fuerzas no nos dan, y que la cruz pesa tanto que ya no podemos seguir. Cuando no podemos seguir, porque no tenemos fuerza, el Padre envía a alguien a ayudarnos a cargar esa cruz, Él no nos olvida jamás. Para que llegue a nuestras vidas, tenemos que seguir adelante y no tomar esa oportunidad para sacar provecho, egoístamente.
Si vivimos amorosamente cargando nuestra cruz, no vamos a generar Karma.
Seamos sinceros, es importante estar en paz con nuestra conciencia, saber que he comenzado a reconocer mis equivocaciones, que tuve muchas, que sigo teniendo y sé que debo cambiar muchas más. Tengo que ver lo que he hecho y lo que hago con Amor, para poder llegar a cosechar en Amor. El que así siembra, no cosecha deuda.
La deuda kármica de la mayoría de las personas, tiene que ver con la siembra egoísta hecha en un tiempo pasado.
Esto se va enquistando, entonces ya no me esfuerzo por pronunciar lo que siento en el corazón que tengo que hacer. El obrar de esa manera se vuelve carne en mí, cada vez más, hasta un punto en el cual, aparte de lo mental, empieza a afectarme emocionalmente, y también en un momento, de manera física.
Lo único que se sostiene, a través del Universo, de los Tiempos, y de la eternidad, es el Amor.
El Amor de Dios no muere, porque Él es quien vive eternamente.
Venimos a esta Tierra a tomar conciencia de cuáles son los Valores Eternos. ¿Cómo tomamos conciencia de cuáles son, si no somos conscientes de los que, pasajeramente, tenemos como valores y referencias? Ahí está el libre albedrío, hay que elegir.
¿Queremos seguir eternamente así, con lo material, en un ciclo de reencarnación? ¿O queremos comenzar a tomar conciencia de qué es lo Superior, atenderlo, y de alguna manera comenzar a cambiar nuestra vida? Esto lo decidimos nosotros.
Estamos creando, dando forma constantemente, somos imagen y semejanza del Creador, pero sin la Conciencia Divina la creación es imperfecta, y es lo que tenemos que ir corrigiendo.
El Karma también tiene que ver con deudas de aprendizaje. Cada vez que venimos al mundo, hay una serie de tareas que realizar, y todas tienen que ver con tomar algún grado de conciencia personal, individual. Si dejamos de lado, como tantas veces, esas enseñanzas, generamos una deuda, porque vinimos a la escuela sin la intención de ingresar al aula, porque nos gustó más estar en el recreo.
La Verdad nos libera de la ignorancia.
Muchas veces, la verdad que aparece en nosotros, es que vivimos en la mentira y en el defecto, esa es la verdad más abundante en nuestra vida.
En buena hora que nos podamos dar cuenta, porque si entendemos que muchas de las cosas que estamos haciendo están mal, tendremos por dónde empezar. No es cambiar todas las cosas, sino comenzar a cambiar.
¿Y cómo comienzo a cambiar? Tengo que prestar atención sobre lo que estoy haciendo.
Este obrar y compromiso que tomamos de no volver a caer nunca más, sino de llevar adelante nuestra vida con Amor y dentro de la Ley, como corresponde, es el que nos lleva a encontrar el perdón.
Si he dañado, y había intenciones egoístas en mí, a la hora de hacer lo que hice, no es justo que la otra persona pague por ello.
Eso es Karma, es lo que me estoy cargando.
Daniel Ferminades
- ** El siguiente artículo fue compartido en las siguientes revistas
- Revisa Yoga+ Argentina – Julio 2015
- Universo Holísitco – España -N°92 – Abril 2016 ver publicación
- Revisa Bien de Salud – Perú – N° 38 Peru. Abril 2016 ver publicación