La gratitud tiene que ver con el ser positivo, con vivir agradecidos por la propia vida ya que, gracias a que la tenemos, podemos llevar adelante toda situación que se presente. Uno no agradece el dolor, no agradece tener problemas que resulten en conflicto, uno agradece cuando ve en el problema la posibilidad de hallar luz, es decir una solución, una respuesta.
Si entendemos que el Amor es el camino a seguir, que es servicio, y vemos que estamos en un mundo tan desarmonizado, desorganizado y egoísta, daremos gracias por estar en el lugar en donde el Amor es necesitado, dando así sentido a nuestra vida. Entonces podemos vivir agradecidos a través de las obras, de los hechos, prestando atención constante a nuestra propia conducta para ir superando nuestras limitaciones y lo que esté en nosotros que pueda dañar a los demás o contribuir a este desorden que observamos hacia afuera.
El sentido de la vista es el que más utilizamos. Quienes no lo tienen, desarrollan los otros sentidos, porque es a través de ellos que hacen contacto con el entorno. Cuando tenemos el sentido de la vista nos basamos en lo que nuestros ojos ven por fuera, es decir en lo que reviste a la esencia, más que en la esencia en sí. Vemos de los ojos para afuera y no de los ojos para adentro.
En toda situación que se desarrolla, tenemos que analizar no sólo lo que vemos y lo que pueden estar pensando las personas involucradas, sino saber observar qué es lo que se mueve en nuestro interior a partir de esto que observo, porque eso también es parte de lo que sucede afuera. Entonces, no solemos ver nuestra parte interna, que es a la que deberíamos prestar más atención. Buscamos justificar muchas cosas dentro nuestro, sin terminar de entender si son buenas o malas.
Hay gente que hace cosas equivocadas y no soportamos que así sea, entonces reaccionamos con ira, y cuando podemos intervenimos para que haya un orden, para que cada cosa vuelva a su lugar. Estaba mal lo que sucedía, pero peor es nuestra intervención a partir de la ira y eso es lo que tendríamos que cambiar. Entender lo que sucede, ver el mal en donde se encuentra, pero no reaccionar sino accionar. No es lo mismo reaccionar a partir de nuestra naturaleza que accionar, esto último es tomar intervención de una manera consciente y meditada, que no es apartarse a hacer silencio, sino ver que la intervención sea útil, positiva, respetando el libre albedrío de los demás.
Si nuestra vida la llevamos así adelante, viviremos agradecidos; si sólo acostumbramos agradecer lo que nos cae en gracia y lo que no, no agradecemos, estamos tomando una parte de la vida. Todo lo que nos llega es por algún motivo; hay cosas que llegan como recompensa de una labor llevada adelante y hay otras cosas que llegan como problemas para que podamos tratarlos y resolverlos. El vivir agradecidos es importante y el principal agradecimiento debe ser por la vida que Dios nos ha dado.
Tenemos la posibilidad siempre de cambiar, agradecer que tenemos un libre albedrío; nadie nos impone qué hacer, existen leyes las cuales tenemos que aprender a respetar y a su vez entender su significado. Dios no puso leyes para limitarnos, las puso para que no nos salgamos más de lo conveniente del camino del Amor. Entonces, cuando nos vamos desviando de ese camino del Amor y nuestra vida corre riesgo, nos encontramos con la ley, y nos hace ver la vida desde el dolor de chocar contra ella.
Entonces, agradezco a Dios que me puso en el camino, que me ha dado vida, fuerza, voluntad, libre albedrío para transitarlo. Agradezco que lo ilumina con su Amor, que puso leyes que me limitan en mi desviación para que no me pierda. Nadie se ha de perder, todos retornamos al Creador; como en una escuela, algunos se demorarán más, y otros lo harán más prontamente; depende del compromiso que tengamos con nuestros estudios, con la enseñanza, con la tarea.
Daniel Ferminades