Muchos están tratando de que el otro haga las cosas como corresponde, y no se preocupan por sí mismos. Lo mismo está pensando el otro sobre nosotros y los demás. Entonces nadie hace nada para cambiar. No puedo cambiarlo, me puedo cambiar a mí mismo. Puedo llegar a distinguir, porque tengo ojos y comprendo, que hay muchas personas con maldad que son ignorantes y egoístas. He sentido dolor porque he sido lastimado por su obrar, puedo ver mucho mal y egoísmo a mí alrededor, pero nada de eso puedo cambiar. Lo único que puedo cambiar es lo que hay en mi interior. Tengo que ver cuánto de todo eso no vive o subsiste por mí obrar.
Esto que genero lo puedo cambiar. A partir de que tomo una decisión de dejar de hacer lo que es en egoísmo, comienzo a obrar en Amor. Al comenzar a obrar en Amor, busco lo que está relacionado con él, y cómo alimentarlo en todo Ser viviente. Esto es la Compasión. Amorosamente contemplo la vida con la intención de colaborar, de cooperar en el acompañamiento de toda forma de vida, de manera amorosa.
Tengo una inteligencia. Hay vida en lo reinos inferiores que no la tienen, como el hombre. Puedo acompañar, puedo usarla para ir ascendiendo, ir ascendiendo es ir viendo con más claridad la tarea que tengo que desarrollar.
Nada en la Luz me conduce a la pereza, a olvidarme de los problemas. Cuando crezco en Amor no los origino, no vivo el dolor personal de haber gestado inconscientemente situaciones que me lo ocasionan. Me pongo en contacto con el Amor de la forma más pura. Hoy veo con más claridad el dolor que está enraizado, presente en la vida de los demás.
Todo se reduce siempre a vivir en Amor, es lo que el Padre quiere.
Daniel Ferminades
Extraído del Fascículo ¨La Mujer¨