El ser es eterno y no pertenece a esta tierra. Estamos aquí de paso, un paso muy pequeño en la eternidad de todo ser.
Para que el amor permanezca vivo, se fortalezca y purifique aún más, hay que tratar de canalizar la mayor luz posible, desde el amor que uno tiene hacia ese ser, para ayudarle a encontrar su lugar de descanso. Uno debe poner a disposición toda su luz a través del amor para que ese ser pueda ver todas las faltas o lo que tenga por aprender.
Hay que entender que siempre tenemos cosas por aprender, que siempre partimos de este mundo con deudas. Entonces, que sirva el amor, que esté presente, mantengámoslo vivo, pero sin el apego que nos trae el dolor de la partida. Muchas veces nos lleva más tiempo del necesario entender y aceptar que el ser ya no está en forma física.
Aprender a amar con profundidad
La humanidad no ha encontrado todavía la manera de poder amar con profundidad, con plenitud, con salud, sin una forma, necesitamos el ¨envase¨. Hay que entender que más allá de la forma o del vehículo está el ser. Tenemos que fortalecer los lazos con el ser y quitar la parte del apego. Quitar esa parte no resulta tan fácil a partir de una pérdida, es algo que uno tiene que ir haciendo todos los días, evitando seguir apegándose y aprendiendo a amar respetando la libertad, sabiendo aceptar y entender que la muerte es parte de la vida.
La muerte física nos cuesta y es la que más nos duele, pero hay una muerte que se dará, que es diaria, cotidiana y común en la vida de las personas que transitan por el sendero de la luz, que es la muerte del ego. Entonces, uno tiene que despegarse del ego para ir muriendo en él.
Si vamos haciendo este trabajo diario y cotidiano, nos vamos fortaleciendo para ir entendiendo lo que es el desapego y que todo está en evolución.
El ego llegó a nuestra vida en un momento y tuvo mucho protagonismo, pero también hay un tiempo en el que debemos reinar nosotros como seres dentro de esta forma, y a través de nuestra vida reinar con amor. Para poder reinar con amor hay que destituir al ego.
Todo tiene su fin y siempre hay un principio.
Abandonar esta forma física es volver a conectarse con el mundo real del ser, aquel lugar que las personas piensan y entienden como cielo y que en parte es así. No es ese cielo un paraíso en donde se pueden alcanzar los ideales del ego, sino los ideales celestiales. Pero para poder alcanzar esos ideales celestiales hay que despegarse de la forma material.
Los apegos que tenemos desde este plano material con las personas que ya partieron -apegos que podemos tener agregados al amor- están muchas veces limitando el avance de ese ser hacia aquellos planos superiores y más sutiles. El también en compasión y por esa conexión amorosa, puede llegar a sufrir al ver nuestro sufrimiento.
No vamos a estar felices porque alguien se fue de nuestro lado, pero alegrémonos si podemos ayudar compartiendo el amor que tenemos para que pueda encontrar su lugar, siempre desearle lo mejor. ¿Qué podemos hacer para que él pueda llegar a tener lo mejor? Poner todo lo que hay en nosotros en manos de Dios para que Él se sirva de ello y le ayude en su camino. Todo ese trato más amoroso, desinteresado y desapegado, nos ayuda a mitigar el dolor que llega por el apego que teníamos con quien ya no está.