¿Cómo ser un discípulo?

El Ashram

Toda persona sobre la tierra pertenece a un ashram, a un grupo de trabajo que depende de un rayo, de un director y de un maestro o discípulo de ese director, así como de discípulos más evolucionados que trabajan con los devas y con los ángeles, para poder llegar a la vida de cada una de las personas.

Aún si se trata de personas que han crecido solas y aisladas y aunque vivan de una manera muy rudimentaria o no tengan formación social, o si se trata de personas que tienen más conocimiento, más información. Todas pertenecen a un ashram.

El inicio del camino

Para convertirse en un discípulo aceptado, primero se debe asumir un compromiso con la  búsqueda de la enseñanza y del conocimiento. Un compromiso con el amor para cuando llegue el momento de llevar y compartir ese crecimiento interior. Es entender que lo que estamos buscando y lo que vamos alcanzando, no es para nosotros porque el amor es de todos. 

No se trata de meditar para lograr la propia tranquilidad, sino de hacer silencio y meditar para bien de todos. Es ir entendiendo que hay muchas cosas que superar, que ir dejando de lado, y estar abiertos a escuchar sobre los cambios que tenemos que hacer. Dependiendo de nuestro crecimiento y de nuestra entrega, es cuánto permitimos que el Maestro se acerque a nuestra vida. 

En un primer momento cuando se comienza a tomar decisiones, todavía se cometen muchos errores, todavía se está muy disperso y distraído. Paulatinamente se presta más atención, y en la medida en que esto sucede, es que el Maestro se va acercando cada vez más. Aunque, al principio, el Maestro delega a un discípulo este acercamiento a la vida de aquel candidato a convertirse en uno más. Esto es así porque el alumno, no está preparado y no tendría sentido práctico que el maestro le hable directamente.

De la asistencia sutil a la compañía física

Normalmente se envían asistentes a la vida desde un plano más sutil. A través de esa asistencia, se va induciendo al individuo a hacerse preguntas que generan inquietud por buscar respuestas, y puede que comience una búsqueda. Tal vez en una biblioteca, o con personas que hablan sobre ese tema que ahora le inquieta. Puede ocurrir que físicamente aquel que tiene que intermediar, esté encarnado y a través de una cercanía física, pueda entrar en su vida como una amistad que comienza, por ejemplo. Con su presencia, va a influenciar o ser referencia de objetivos que tenemos y aun no podemos alcanzar y esta presencia nos inspira a profundizar más, a buscar.

El maestro trabaja y ayuda haciendo lo que está a su alcance, siempre tomando en cuenta la libertad de cada individuo. Un Maestro está viendo y conoce perfectamente, dentro del libre albedrío de la persona, cuándo está buscando de expandirse amorosamente dentro de ese espacio buscando llenarlo con su amor. 

Es entonces que el Maestro ve cualidades, disposición, entrega y compromiso; y ve, además, que eso va creciendo. Son pasos muy grandes, que llevan tiempo y que cambian la vida enormemente. Aparecen muchas crisis en las vidas de las personas que cambian, porque aunque el cambio sea hacia un grado inmediato superior, la persona entra en contacto con otra realidad que tiene que comenzar a aprender y llevar a la práctica en un ambiente distinto, con un entorno habitado por seres más evolucionados, o desde una visión más evolucionada de la vida.

Como estudiante que recién entra a un aula superior, es un novato. Avanza con cierto temor y choca con realidades que desconocía, esto trae crisis en el mundo material porque hay replanteos respecto de aquello que antes abrazaba, que eran objetivos y hoy es necesario trabajar el desapego. Son procesos de evolución del individuo, que le marcan al maestro el grado de compromiso logrado.

Recibir la enseñanza. 

Al maestro no se lo engaña, él está viendo lo que en esencia es y cómo administra las riquezas del Padre, que él ha ido trabajando y cosechando. Lo que él tiene, que es de Dios y está en sus manos para ser administrado justamente; él está viendo que verdaderamente fructifique. 

Cuando un maestro habla, administra las palabras, y aunque den la vuelta al mundo, siguen siendo suyas. No las derrocha; las ofrece y las comparte pero vuelven a él. Un Maestro decide administrar las energías convenientemente para la evolución del individuo. Porque cuando uno tiene lo que no le corresponde, esto trae desequilibrio.

El mundo tiene acceso a mucha información y conocimiento. Esto genera mucho desequilibrio porque hay personas que creen poder administrar para otros los conocimientos que tienen, y en esa falta de respeto hacia el prójimo el ego se les va disfrazando de espíritu y terminan haciendo lo que el ego quiere y no es el espíritu el que los inspira. 

Que un maestro se acerque, nos vea y acompañe, depende de nosotros. Cuando comenzamos a quitar la oscuridad que nos reviste, comenzamos a brillar. El que brilla, y busca salir adelante enfrentando sus limitaciones, desentona en donde los demás siguen aceptando las limitaciones como parte de su vida.

Un maestro ve eso. Aunque la sociedad juzgue y señale a esa persona, el maestro ve a alguien que está haciendo el esfuerzo en ese entorno negativo. Todo eso merece de una atención más cercana porque se está haciendo el esfuerzo.

Daniel Ferminades

200704 – ver video