Historia de vida.
En algún momento de nuestras vidas, para muchos, llega la gran pregunta: ¿Que hacemos en este mundo?, y ahí desencadena las otras preguntas: ¿Hacia dónde vamos?, y en mí, el gran interrogante, la gran intriga: ¿Ésto es todo lo que los humanos tenemos que hacer en esta vida?.
Los grandes mandatos: estudiar, formarte académicamente, trabajar, casarte, tener hijos, esperar nietos y el paso por este mundo…
No por creerme importante ni más ni menos que nadie, pero nada de ésto me conformaba, había dentro de mí lo que yo definía “un hueco”, “un vacío”, y otra pregunta: ¿Con qué se llenaba?.
Un estado de vacío más allá de haber alcanzado o cumplido “con algunos de los mandatos”, así inicie una búsqueda a traves de lecturas, algunas religiosas, otras de escuelas de yoga, entrenamientos personales, como PNL (programación neurolingüística), mediación, y nada “llenaba”…
Encontré la palabra Iluminación en textos hindúes, pero había que ir a la montaña… y así pasé muchos años escuchando distintas voces, pero ninguna me llenaba.
Sentía que no había fórmulas para llenar ese “vacío”, pero ¿cómo encontrar lo que lo alimentaría?.
La meditación fue un camino que me condujo al silencio, pero tampoco alcanzaba.
Llegaron los ovnis, grandes avistamientos: ¿Traerían la calma a la humanidad?.
Las dietas vegetarianas, macrobióticas, veganas…
Me convertí en instructora de yoga, hermosa disciplina, milenaria, que me permitía un servicio concreto con las personas, pero mi mundo interno “estaba pobre”, despoblado.
Y un día de los tantos de mi búsqueda, escuché en una conferencia a una persona que simplemente dijo: “ el trabajo interno personal, diario y sincero nos permite conocernos, saber cuánto nos engañamos y cuanto engañamos, y si somos egoístas”… escuché la palabra defecto.
Claro, si no somos perfectos, estamos transitando esta vida aprendiendo, y desde ese día lejano ya mi vacío se fue alimentando, al principio de buenas intenciones, de mejores acciones y así mi mundo interno se poblaba de herramientas que siempre habían estado, pero dormían en mi pereza, mi desatención, y mi vacío se va completando mientras marcho la vida. Entendí que estamos para aprender y puse manos a la obra, ser mejores personas cada día y llegar si nos esforzamos a vivir la gracia de la vida eterna enriqueciendo el espíritu.
Todos los habitantes de este mundo podemos lograrlo y cerrar el gran vacío interior.
Norma
(Paraná – Entre Ríos – Argentina)