El Sabio contempla desde su silencio, desde aquel lugar donde no lo atan la emoción ni el pensamiento. Largo fue el camino que debió recorrer, pero ver que sus hermanos vivían inundados en su ego justifico su viaje. Debió afrontar el romper con todo lo que había creado, comenzar a dar pasos hacia la oscuridad. Sufriendo crisis, desarmando estructuras, afrontando las realidades del mundo como alguien que deja de ser » hombre » a la vista de sus hermanos. Mas nada detiene al caminante que conoce su propósito de bien.
Poco a poco se despoja de todo aquello que no lo deja ser real en su acción, poco a poco comprende que su tarea es la más difícil de llevar, conquistar la Verdad para transmitirla a un mundo sordo. Nada es razón de desaliento en su camino, pues bien sabe que la paciencia debe ser parte de él para poder expresar en su paz lo que pocos querrán oír.
Cuando logra conquistarlo comienza su verdadera tarea de comunicar a todos aquellos, que aún no quieren oír, lo que el alcanzó. ¿Pero cómo comportarse ante la indiferencia de aquel que vive influenciado bajo sus cuerpos?
El Sabio ha conquistado lo eterno, él no tiene prisa, vive en el presente, tarde o temprano todos despiertan y él lo sabe. Con respeto, contemplando y siendo un ejemplo en obra y pensamiento, transmite sus Verdades a todos aquellos que no desean escuchar.
Yael Ferminades