Cuando un ser querido parte de este mundo lo que hay que trabajar y fortalecer es el Amor más puro posible hacia la persona, porque el Amor no ha partido, sigue estando presente, no ha muerto, quien ya no está es la forma física.
Al fortalecer ese Amor, le damos el espacio a ese ser a que siga el Camino de Luz que los ángeles le marcan hacia el lugar de descanso, partiendo de este mundo. Cuando uno, por el apego o por el dolor, sigue manteniéndolos cerca o no permitiéndoles la partida, les complica su paso y su camino.
El tiempo de partida de este mundo es para el espíritu un tiempo de reflexión sobre lo que ha hecho, para buscar purificar todo lo que es posible purificar en aquel plano, para que cuando le toque regresar a este mundo retome sus estudios desde donde los ha dejado.
Cuanto más Amor desinteresado pongamos, no el Amor que ata, sino el que libera, conduce e incentiva a dar ese paso hacia la Luz, más bien vamos a hacer por aquel ser; si dedicamos más tiempo a esto, ya no tendremos tanto tiempo para encerrarnos en nuestro dolor.
No pensemos que dejamos de amar porque dejamos ir, esa es una confusión que generalmente tenemos al considerar que al no tenerlo cerca, al no poderle expresar nuestro Amor, al darle la Libertad, es como si no lo amaramos. Pero en realidad desapegarse no es dejar de amar, es dejar de considerar a la otra persona y a su forma como una posesión. Nunca somos poseedores de la vida, ni nunca lo seremos de nadie.
No hay palabras que puedan servir de consuelo en la pérdida de un ser querido, pero la pérdida es física, el Amor no murió. Intentemos fortalecer y nutrir ese Amor no desde el apego, porque es lo que no nos permite que se instale esa distancia que existe hoy entre los espíritus, ya que físicamente no están juntos, y darles la libertad que necesitan.
Daniel Fermiandes
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Extraído del encuentro ¨Verdades Develadas desde la Conciencia¨realizado en la ciudad de Santa Fe Argentina. Abril 2014 (140425 6).