La mente se alimenta a través de los sentidos, de la vista, del oído, del gusto, del tacto y del olfato. Si presto atención a lo que ingiero a través de ellos comienzo a purificarla. La forma física es más fácil de purificar, tan solo selecciono lo que voy a comer, con un poco de voluntad lo puedo conseguir. Y aún así, hasta para eso a veces cuesta encontrar la voluntad. Mucha más fuerza se necesita para poder controlar todos los sentidos que están alimentando la mente, que en definitiva es la que se convierte en la más grande y densa estructura para el espíritu.
El espíritu necesita ser, hacer, crear, expresarse, colaborar en ese crecimiento de Amor para la humanidad, y lo necesita a través de la mente, para que organice todo y así pueda el cuerpo llevar adelante una obra. El pensamiento acompañado de la emoción ayuda al cuerpo a obrar. Antes de hacer, necesito tener en claro qué debo hacer.
¿Cómo voy a tener en claro cuál es la Voluntad del espíritu, si mi mente vive ocupada constantemente atendiendo lo que los sentidos le proporcionan como estimulante? Para que la mente pueda estar limpia y a disposición del Ser, tengo que quitar todo lo que la contamina y daña. Esto debo hacerlo a través de una atención constante las veinticuatro horas del día. En cuanto desatendí y me distraje, es en donde puedo caer.
La gente cree que no está distraída, porque está muy atenta a lo que está haciendo. Pero cuando lo que estamos haciendo, con mucha atención, es la voluntad del ego no tiene mucho valor espiritualmente. Al ego hay que quitarlo de nuestra vida, no un rato amarlo y agradecerle lo que nos da y en otro momento, cuando nos quiere cobrar, tratar de sacarlo.
En el mundo están las polaridades lo negativo y lo positivo, lo malo y lo bueno. Para generar luz esas polaridades se unen a través de la resistencia. Ese conductor que une a ambos extremos es el que brilla, y ese es el Amor. Entonces lo que debe unir los polos es el Amor, y es el Amor el que ilumina.
Aprendamos a sacar de cada situación lo que nos nutre, nos alimenta, nos ayuda a crecer, y a dejar de lado todo aquello que entendemos nos puede contaminar. Hagamos una alimentación consciente de todos nuestros cuerpos.
Si la mente está limpia, los pensamientos pueden ser luminosos. El Corazón necesita de la mente para organizar sus cuerpos, su obrar, su camino y su movimiento en este mundo. Si la mente está limpia el Corazón puede imprimir los impulsos amorosos de manera clara, sin confusión. A un pensamiento claro y luminoso lo acompañará una emoción semejante, que nos llevará físicamente a obrar en consecuencia, a obrar en Amor.
Daniel Ferminades