Nuestra misión en la Tierra es hacer el bien más allá del mal que nos ocasionen.
No importa la edad ni el momento en que lo descubramos. Desde que uno tiene uso de razón y comienza desde su lógica y entendimiento a tener contacto e interactuar con el entorno es que tiene que comenzar a vivir de esta manera.
Hay situaciones que nos resulta cómodo hacerlo. En otros momentos nos es más difícil, porque las personas con las que compartimos no están abiertas a comprender que en la vida podemos tener distintas miradas o actitudes a la hora de enfrentarlas. A veces será más fácil, otras más difícil, pero siempre tenemos que obrar haciendo el bien más allá del mal que nos ocasionen.
El camino es el del amor.
Tenemos que tener presente que el amor es el camino, y en un camino de amor no está contemplado el mal.
Quien así vive no cae en ceguera. Cuando vemos con amor podemos observar el obrar o la actitud equivocada de muchas personas buscando para sí satisfacciones, recompensas, sin considerar las consecuencias del camino que siguen. En este obrar inconsciente, egoísta, se ocasiona daño.
No estamos tan atentos a lo que hacemos nosotros porque miramos lo que el otro hace. Deberíamos evaluar cuáles son las consecuencias que trae para los demás nuestro obrar. Tratemos de mejorar, de superarnos, de incorporar a la vida todo lo que vamos aprendiendo, así nuestro conocimiento se vuelve útil para todos cuando lo volcamos y lo imprimimos en una obra.
Cuando tan solo aprendo y guardo la información en mi intelecto me creo sabio, soy conocedor de verdades que no se vuelven útiles para los demás. No las pongo de manifiesto en una obra y de esa manera no se hacen visibles o accesibles. Tenemos que construir con lo que vamos tomando en conciencia.
El espíritu tiene sus dones
Los dones del espíritu nos ayudan a hacer un contacto más claro, concreto y consciente con la realidad del mundo del espíritu.
Estos dones son como sentidos que el espíritu tiene para estar en contacto con la realidad de su mundo. Llegan a la vida de todos cuando a través de nuestra forma física comenzamos a poner de manifiesto lo que hemos ido aprendiendo y reconociendo como verdad.
Hay personas que conocen mucho y tienen como verdad una información por una lectura, por haber escuchado o tenido su propia reflexión al respecto, pero no muchos se disponen a hacer algo con eso. En la medida en que no lo ponemos de manifiesto y tan sólo lo almacenamos en nuestra mente, no baja del plano mental. No llega a afectarnos emocionalmente para bien, ni se genera una emoción afín a este pensamiento amoroso, de claridad, de luz y por lo tanto no se plasma en una obra, tan sólo queda en el intelecto. Esto nos afecta al creer que por saber estamos iluminados, y en realidad la luz llega plena y completa cuando no tan solo sabemos sino cuando ejecutamos, porque ahí está cerrado este ciclo o vivido este proceso.
Supe, sé. A partir de que supe, de que sé, tengo claridad sobre qué hacer, ahora entiendo y estoy más dispuesto a llevar adelante mi vida por lo que siento en el corazón y no tanto por lo que los demás dicen. Empiezo a hacer lo que siento y siento hacer lo que sé, no otra cosa. Para poder hacer lo que sé y lo que siento, tengo que estar dispuesto con osadía a enfrentar lo que se presenta. Tiene que ser la verdad la que permanezca, la que salga a la luz, la que llegue victoriosa al objetivo. Tiene que encontrarme dispuesto.
En este camino de llevar la verdad adelante más allá de lo que los demás piensen, opinen o digan, tengo que ir enfrentándome con las reacciones que se generan en las demás personas, que no entienden por qué hablo de esta manera. Esto provoca dolor por falta de comprensión, genera reacciones porque mi obrar es diferente. Tal vez ese aparente mal desde el egoísmo, desde la inconsciencia, es algo con lo que tendré que acostumbrarme a enfrentar y a aceptar como parte de la realidad que se manifiesta en el mundo en el que vivo.
Hacer el bien más allá del mal que me ocasionen, poner de manifiesto las verdades que voy reconociendo, favorece que lleguen a mi vida los dones del espíritu. Esos dones son realidades para el espíritu y son creencias para las personas.
Creer es dudar
La expresión que uno puede tener a la hora de decir creo es de duda o inseguridad. Como Dios es Amor, el camino del amor es quien nos conduce a Él. Tengo que vivir en el camino toda mi vida, siempre, en todo momento, con mi corazón, con mi mente, con mi sentimiento, con mi cuerpo y en mi obrar.
El amor no me aleja del dolor y de la injusticia sino que me acerca, porque en ese lugar están los que necesitan el amor que llevo en mi corazón. No hay que apartarse de esas personas, sino estar atentos a hacer el bien más allá del mal que me ocasionen.
Es hacer el bien que voy entendiendo. No somos perfectos, estamos tratando de superarnos. A través de cada experiencia tenemos la posibilidad de hacerlo. Es superarnos, no superar a nadie ni destacarnos por encima de los demás, sino ser cada día más puro, más sincero y ofrecer menos resistencia para que Dios se exprese a través nuestro. Así lo que está en el corazón de todos puede expresarse cada vez con más claridad a través de la boca y también a través de los hechos de la vida.
Tratemos de observar nuestra vida con claridad, esto nos ayudará a ver y a distinguir en la vida de los demás todo lo que se expresa. A veces queremos enseñar cómo hacer las cosas, cuando en nuestra propia vida no podemos resolverlas.
Tenemos que aprender de todo eso, no es callar porque no lo hemos superado. Asumir lo que somos, nuestras debilidades, asumir la fortaleza ante determinadas situaciones, tener en claro cómo llevarlas adelante. Ser un poco más sinceros cada día, en cada momento.
Muchas veces nos engañamos, vemos lo que nos conviene y no atendemos lo que está en nosotros porque hay cosas que nos hieren, que nos duelen. Justamente eso que no queremos ver es lo que hay que trabajar, lo que tenemos que cambiar y modificar.
Resolver los problemas…
No cambiamos olvidando los problemas, dejando de atenderlos no se resuelven. Se resuelven cuando se los atiende con la intención de traer orden a la vida.
Poniendo orden el problema desaparece y lo que queda a cambio es la solución.
Cuando obtengo respuestas me siento satisfecho, mi alma y mi espíritu se sienten colmados. Ante aquello que era una duda o una creencia obtengo seguridad, y cuando la tengo no busco a la fe para que me ayude a creer porque ahora sé. Y sabiendo puedo dar fe porque ahora lo vivo.
Si vamos reconociendo la verdad tenemos que ser fieles a ella. Tenemos que tomar la decisión de llevarla adelante a través de nuestra vida. No es tan solo algo para hablar con las personas que piensan igual, sino que tiene que convertirse en verdad en nosotros.
Nuestra misión es hacer el bien más allá del mal que nos ocasionen, así tenemos que encarar la vida. Esto es hoy, nadie vive en el futuro. Se vive en el presente, que es el momento para poner de manifiesto lo que se entiende.
¿Cómo podemos estar pensando que un día habrá un mundo de amor? Hoy tiene que ser un mundo de amor para nosotros. Para el mundo entero tal vez no, porque sería necesario que cada persona lo lleve a la práctica en su vida diaria, pero no todos lo entienden de esa manera.
Si así lo entiendo, para mí tiene que ser posible. Tengo que hacer el esfuerzo.
Daniel Ferminades
- ** El siguiente artículo fue compartido en las siguientes revistas
- Revisa Yoga+ Argentina – Junio 2016 ver publicación
- Universo Holísitco – España -N°102 – Marzo 2017 ver publicación