Todo se consigue con trabajo, y con trabajo conseguimos despertar para tener más trabajo.
Cuando como individuos estamos creciendo interiormente para liberarnos de la cruz -el defecto- que nosotros mismos hemos construido, comenzamos a perderla y llegamos a morir en ella para nacer en la virtud. Cuando nacemos en la virtud se nos encomienda el cuidado de muchos alumnos, dejamos de atendernos solo a nosotros y comenzamos a atender la necesidad de lo demás.
No crecemos para liberarnos de todo tipo de compromisos y entrar en vacaciones eternas, el compromiso es eterno, y es un gozo. Hay que vivirlo para entenderlo, es un gozo sentir ese amor que crece en el otro.
Desde el yo inferior el único gozo es cuando lo sentimos nosotros y lo que siente el otro no nos preocupa mucho. Cuando salimos de ese yo inferior y nos vamos acercando más a la esencia, comenzamos a percibir ese gozo en el prójimo, porque al acercarnos a la esencia, al Uno, comenzamos a sentir desde lo que el otro está sintiendo.
No podemos sentir el dolor de un padre que pierde a su hijo si no lo hemos perdido. Cuando somos uno con el Todo sí, eso hace la diferencia. La mayoría no se hace uno con la esencia, se identifican con su propio ego, ven el mundo desde su propio ego. Cuando nos hacemos uno con el Creador lo sentimos porque es nuestro hijo, nuestro hermano, porque es una parte de nosotros. Entonces, puedo ayudar más allá del dolor, más allá de lo físico porque cuando se nos va un hijo, hay un dolor por la pérdida, por el apego que teníamos con ese ser.
Si tuviésemos conciencia de que la eternidad es en el espíritu, no estaríamos pensando que se murió, sino que simplemente dejó de tener el vehículo que tenía para expresarse y quedó liberada su forma, su esencia y pasó por un tiempo a formar parte del Todo, como individuo que está formándose a la espera del momento de volver a tomar un vehículo.
Todo ese proceso tiene que ver con los tiempos que demora la evolución del individuo. Cuanto más evolucionado, menos tiempo de descanso tiene, porque más fuerza posee para encarar una nueva vida y seguir adelante. Y más necesidad tiene de alcanzar al Padre porque más cerca se encuentra.
No nos encaminamos hacia un cielo en el cual vamos a poder hacer lo que queramos, no nos vamos a liberar de los compromisos y de las estructuras. Liberarnos de ellas significa libertinaje. Hay una libertad consciente, esa libertad consciente, ese libre albedrío que tengo, de a poco lo voy perdiendo en la medida en que me voy haciendo uno con el Todo. Llega un momento en el cual no tengo libre albedrío porque ya no elijo qué hacer en mi vida, ya decidí que era su Voluntad y no la mía, ya no elijo más.
Daniel Ferminades