Las virtudes del espíritu son herencias del Creador y los talentos se van desarrollando a través del ejercicio de la virtud.
Los talentos pueden estar latentes o pueden traerse de otra vida porque van formándose con el tiempo y en algún momento pueden desarrollarse más ampliamente. Pero la virtud es propia del ser como individuo.
En toda la creación cada uno tiene un propósito de vida, que es lo que se va descubriendo con la conciencia. Ahí es en donde se encuentran las puertas que hay que ir abriendo para que puedan manifestarse las virtudes del ser, y lo hacen a partir de ir poniendo en práctica lo que aprendemos.
Cuando vamos reconociendo la verdad y también reconociendo que a veces vivimos en una mentira porque estábamos confundidos, nos esforzamos por salir de la mentira y empezamos a vivir en la verdad. Para ello tenemos que ir cambiando nuestras conductas y hábitos.
La manifestación de la virtud
El ejercicio de ir poniendo en práctica lo que vamos aprendiendo abre las puertas a la manifestación de las virtudes porque son del espíritu, manifestadas a través de una forma física. No serían lo puras que pueden llegar a ser solamente cuando es el espíritu quien las impulsa con conciencia. En el libre albedrío decidimos, en el mundo material, abrirles paso a las virtudes espirituales trabajando sobre los defectos de la forma física. Entonces, ellas se manifiestan a partir de poner en práctica lo que aprendemos.
Cuando aprendemos a ser mejores personas, a comportarnos más adecuada y educadamente y en sintonía con los impulsos del ser, la virtud no encuentra resistencia o nada que la empañe o enturbie y puede manifestarse plena y abiertamente.
El talento es lo que vamos desarrollando con la práctica y la ejecución de esas virtudes a través de nuestras labores, ahí desarrollamos y mejoramos nuestro desempeño.
El mundo interno
Nuestro mundo interno no es algo que esté alejado de nosotros, la manifestación de la virtud y el desarrollo de los talentos van uno de la mano del otro.
Muchas veces los talentos se desarrollan para complicar las cosas, y hacia allí van dirigidos. Hay gente muy talentosa para hacer más complicadas las cosas. Cuando uno toma más conciencia y entiende que tiene que encarar los problemas y resolverlos, y va por la vida más atento a aplicar soluciones que a generar problemas, es que permite que las virtudes lleguen. Cuando las virtudes del espíritu llegan todo es más claro, existe y se hace más presente la fuerza del ser por sobre el ego que está dentro de la personalidad del individuo.
Si hacemos una comparación entre un coche y un conductor, vemos que el vehículo puede tener sus virtudes, pero de alguna manera esas virtudes, sin el conductor, están allí en estado latente. Pero nunca habrán de manifestarse si el conductor no lleva ese vehículo por la ruta, por el camino. Hay coches tan desarrollados que tienen tantas virtudes que cuidan al conductor porque éste no es prudente. Cuando el conductor es prudente y desarrolla sus virtudes y talentos a partir de haber practicado la conducción, aprovecha mejor las virtudes del coche.
Las virtudes reales son del espíritu
También las personas en su manifestación tienen virtudes, pero hay algunas que son del ser y hay otras que a veces son consideradas virtudes, pero en realidad no lo son. Tienen que ver más con ciertas personalidades que son como magnéticas que atraen la atención o deslumbran porque están enfocadas en lo que aspirarían poder tener o alcanzar. Pero no quiere decir que por eso sean virtuosas. En realidad, hay muchas cosas que tenemos que redefinir porque a veces usamos mal las palabras, o mal entendemos cómo son verdaderamente.
La forma material es a través de la cual manifestaremos las virtudes de nuestro espíritu y como espíritu manifestaremos las virtudes en las obras y en nuestra conducta diaria. Si observamos la parte material, vemos una persona manifestando virtud, pero en ella hay un ser que es quien la manifiesta a través de su forma física. Cuando en verdad empieza a tomar las riendas el ser, es en donde se ponen de manifiesto las virtudes más elevadas, y esa presencia de virtud es luz en la vida porque es la manifestación del ser en todo su esplendor. Esa luz nos permite ver más claro lo que estamos haciendo, lo que debemos hacer y el porqué de lo que hacemos.