Hay situaciones que nos pueden llevar a encontrar paz, como por ejemplo acercarnos a las montañas, hacer silencio y entrar en meditación. Esa meditación nos pone en contacto desde lo profundo de nuestro ser con la realidad espiritual que nos comprende. Pero cuando salimos de esa realidad con una gran paz, al entrar en contacto con las personas comienzan a salir cosas que están presentes en nosotros y no encontramos la manera de amalgamarlas con la paz que buscamos. Y es la realidad de nuestra humanidad tratando de conectarse con las demás personas sin contemplar respetuosamente la vida del prójimo y tratando de imponer lo que entendemos es de bien para nosotros.
La verdad es que hay personas buscando paz, que también la pierden a la hora de no interpretar ni atender amorosamente la realidad que las rodea, y los problemas que se presentan.
Extraigamos luz de los problemas.
Los problemas, cuando no encuentran en nosotros una persona intentando resolverlos, seguirán siendo problemas. Pero cuando los tratamos con la intención de resolverlos, podemos extraer luz de ellos. Al extraer luz lo que nos queda son soluciones, y los problemas desaparecen de la vida. Al marchar por la vida con soluciones y encontrarnos con personas con problemas puede llegar a tener sentido el amor, a partir de llevar soluciones. Las soluciones nos permiten encauzar el amor para que se convierta en un bien de todos.
Los límites que el amor encuentra en nuestra personalidad no nos conducen muy lejos en el camino. Seguiremos dando vueltas en los mismos problemas e inconvenientes, si no sabemos cargarlos con amor a lo largo de nuestra vida. A la vez, también llevaremos ese padecimiento personal a nuestro entorno y afectaremos a las personas que están cerca, por nuestra falta de trabajo y dedicación.
Las soluciones se encuentran en nuestro interior. Muchas veces vemos que falta paz en las personas que aparecen en los medios de difusión, haciendo cosas que dañan, que hieren, que generan dolor. Y es cierto, en ellos falta paz, pero en nosotros no está presente la conciencia para sostenerla. Y la conciencia se adquiere llevando a la práctica lo que se sabe.
El espíritu tiene sus dones, intenta llegar a la vida de cada uno pero no puede, porque lo que se sabe no se pone en práctica.
El vivir en paz, el vivir en amor sólo se consigue cuando desde el amor atendemos todo lo que se nos presenta en la vida. Es desde allí que obtendremos paz.
Meditar es constantemente.
La mente distrae mucho a las personas, hay cosas en ella que no están en relación con lo que en el corazón queremos.
Nos distrae, porque durante el día ocupamos mucho tiempo consumiendo aquello que, en realidad, no es alimento para el amor que vive en el corazón. La mente se alimenta a través de los sentidos, de lo que observo, de lo que escucho, de lo que palpo. La interpretación que hago de cada una de estas cosas alimenta la mente.
Es difícil hacer silencio en una meditación cuando durante el día consumimos tantas cosas que a la hora de meditar no tienen sentido.
La meditación debería ser las veinticuatro horas del día. No solo un momento durante el día para tratar de relajarse luego de haber hecho muchas cosas incorrectas, sin haber prestado atención a lo que se hacía. Tratemos de tomar conciencia, cuando la luz del amor está presente en nuestra vida todo se ve más claro y se pueden ver mejor los pasos que hay que dar.
El momento es hoy.
El Padre, eternamente se expresa tratando de llegar a cada uno de sus hijos. El momento que Él dispone para hacerlo es siempre el presente, y siempre en el presente está llegando con la necesidad de cada uno de sus hijos. Pero en el presente ¿nos encontramos equilibrados, centrados, ubicados para poder recibir, en paz, lo que de Él llega?
El cuerpo físico no puede evitar estar siempre en el presente. Quien sí puede evitarlo y normalmente lo hace es la mente.
La mente rara vez se encuentra en el presente. Toma como referencia el conocimiento que adquirió en el pasado y desde ahí saca sus conclusiones.
El amor se imprime.
Todo esto trae paz a la vida cuando lo vivimos. La realidad es que cuando vivimos en paz, no hay manera de frenarla o de ponerle límites. Al amor tampoco, porque se irradia. No se ve, pero se imprime en todo lo que hago, en las palabras, en lo que hago en el mundo para sostener mi vida, en mi trabajo.
Si pongo amor en lo que estoy haciendo, el amor se imprime y ese amor, al llegar a la vida de las personas impreso en un objeto, de alguna forma las afecta. No lo podemos entender con el intelecto, pero es una realidad en la que el espíritu vive.
La luz nos enfrenta a la verdad.
El Padre dice que cuando pidan luz lo que recibirán es trabajo. Y la luz pone en evidencia lo que hay por hacer.
La Luz nos enfrenta a la verdad. Y la verdad es todo lo que somos, no sólo lo que queremos ver.
Veamos todo lo que somos y encontraremos cosas en nosotros que no habíamos visto, y que criticamos de los demás. Pero no puedo cambiar lo que los demás hacen, sólo puedo cambiar lo que soy. Tengo que cambiar en mí lo que está mal e ir reemplazándolo por lo que está bien y empezar a hacer las cosas como corresponden. Para poder ver esto, antes de que traiga consecuencias y se manifieste de manera que afecte a otros, tengo que estar atento.
Meditar es estar atentos. Es estar atentos sin tener la intención de modificar nada de lo que sucede, sino amorosamente acompañar a toda forma de vida en su proceso evolutivo con respeto, para poder hacer, en el momento que corresponde, el aporte de nuestra parte para enriquecer nuestro espíritu y poder seguir adelante construyendo y creciendo.
“La vida es el camino, y la vida vivida con amor es el camino que nos conduce al Padre”.
Todo en la vida tiene que ser vivido con amor. Cuando ponemos amor, ponemos luz en lo que estamos haciendo. Ese es un valor agregado a nuestro servicio, a nuestro trabajo, a lo que producimos para que llegue a los demás. Esto es lo que nos falta como sociedad en la humanidad.
La humanidad es un organismo que está conformado por células. Cada uno de nosotros somos una célula de ese organismo. Para que esté sano y funcione correctamente, cada célula debe estar en su lugar desarrollando la labor que debe. No tiene sentido ambicionar estar en un lugar diferente al que debemos, porque estaríamos fuera de lugar. Lo que trae paz es ser consciente de lo que tenemos que hacer.
Estamos en el mundo para superarnos, no para superar a nadie.
A la paz debemos encontrarla en el interior para que podamos de esa manera irradiarla y ayudar desde nuestro lugar, desde nuestra individualidad, desde el sitio en el que nos encontremos, a que la paz al fin y de una vez por todas llegue al mundo.
Daniel Ferminades
- ** El siguiente artículo fue compartido en la revista
- Universo Holísitco – España -N°94 – Junio 2016 ver publicación