La personalidad
Cada individuo tiene su personalidad, su forma de llevar adelante su vida: sus relaciones, su trabajo, su vida interna y externa. Es algo natural y propio de cada uno. Sobre esta personalidad es que se agregan las imperfecciones. En la medida en que vamos quitando esas imperfecciones e impurezas, la personalidad comienza a volverse más luminosa y más pura.
Hay personas que tienen en su naturaleza la facilidad de hablar y de expresarse con calma y que conocen de la paciencia necesaria para llevar adelante tareas y situaciones. Hay otras personas que, en la misma situación, no tienen esa paciencia y tienen un carácter más fuerte. Todas estas cosas tienen que ver y hacen a la personalidad de cada uno.
El trabajo interno y la personalidad
Naturalmente, aunque no hagamos ningún trabajo interno, la personalidad va cambiando con el tiempo. Aquel que no tenía paciencia de joven, tendrá cada vez menos a medida que los años vayan pasando, porque en la vida se encontrará con situaciones complejas que tendrá que resolver y que frecuentemente lo alterarán. Esto alimenta y nutre al ego. De esta manera, la personalidad va cambiando pero no para bien.
Ahora, cuando buscamos voluntariamente traer un cambio a nuestra vida o producir un cambio interno, tratamos de hacer las cosas bien, e ir superándonos cada día. Esto también va a cambiar nuestra personalidad y la volverá más luminosa porque estaremos pensando cada vez con más frecuencia, con más dedicación y conciencia, en hacer por el bien de todos y no tan sólo por nuestro bien personal.
No por eso vamos a quedar sin personalidad o despersonalizados, porque somos individuos que formamos parte de un todo. Tal vez, esto sea difícil de asimilar, pero si entendemos que somos células de un mismo organismo, cada célula, aunque esté pegada a otra dentro de un órgano, desarrolla una tarea y ocupa un espacio importante y fundamental. No puede hacer una lo que le toca hacer a la otra, cada una tiene su definición. No es lo mismo la que está a la derecha que la que está a la izquierda; aunque aparentemente estén haciendo la misma tarea, hay algo que las define que es el individuo que son o que somos; es la propia personalidad.
El respeto por la individualidad
Si desde el libre albedrío aprendemos a respetar esa individualidad, podremos tener mejores relaciones entre los seres humanos. No querer cambiar al otro, no querer que se parezca a nosotros, o que haga lo que decimos o lo que para nosotros está bien.
De acuerdo a nuestra personalidad también seremos más permeables a recibir enseñanzas o será más difícil que ellas puedan llegar a nosotros si somos más cerrados, más estructurados en nuestro conocimiento o en nuestras posibilidades.
Pulir la personalidad
La personalidad se va puliendo en la medida en que vamos trabajando con el ego, eliminando defectos y ocupando ese espacio con la virtud. Tal vez al principio tengamos que hacer un esfuerzo, porque estamos acostumbrados a obrar egoístamente y tratar de hacerlo virtuosamente, no va a ser tan fácil sólo por entenderlo. Cuando queramos ponerlo en práctica, por una cuestión de inercia, vamos a seguir con ese impulso y el ego va a querer manifestarse como siempre lo hace.
Si estamos atentos, le ponemos un freno y empezamos a obrar conscientemente, será un tiempo de esfuerzo porque requerirá mucha atención y voluntad poder enfrentar esa inercia. De a poco comenzará a convertirse en algo más natural y esto va a modificar para bien nuestra personalidad que es parte del ser que viene a este mundo, que nos define y nos diferencia del resto.