La espiritualidad pasa por vivir con Amor nuestra vida diaria, desde lo que nos toca hacer. No es dejando de lado lo material sino tomando conciencia de lo que es bueno para el espíritu y comprendiendo el daño que causa el atender tan solo nuestros deseos y necesidades.
El espíritu necesita de un cuerpo para conectarse con la materia y a través de ella, que es el mundo en el que estamos, poder religarse con la esencia que está en toda forma. Esta conexión la podemos y debemos hacer desde el Amor.
Lo que nos lleva a no tener una buena vida espiritual es nuestra propia personalidad afectada por el defecto. No es el entorno, del cual tanto pasamos la vida quejándonos, sino que es enfrentar lo que reacciona en nosotros hacia ese entorno. Y me refiero como defecto a todo aquello que se expresa a través nuestro que nos lleva a obrar egoístamente.
Todos vemos que hay muchas cosas mal hechas, mal llevadas, mal intencionadas, y todo esto, en general, lo vemos en los otros. Aún cuando esto que vemos sea real, ninguno de nosotros puede cambiar al otro, lo único que sí podemos hacer es cambiarnos a nosotros mismos y esa es nuestra tarea.
Hay muchas cosas afuera que detonan en nuestro interior eso que se expresa y nos hace daño, pero si pensamos en que esto que nos hace daño está en nosotros, habría que trabajar para superarlo. Si culpamos al otro no tenemos nada que trabajar, y nos quedamos tranquilos en nuestra pereza, en nuestro abandono, descargando culpas .
Para llegar a superar nuestros defectos primero hay que reconocer que los tenemos. Y no son uno o dos, sino que hay muchos presentes en el hombre. Todos podemos sentir ira, pero no todos la ponemos de manifiesto con la misma intensidad, y en las mismas situaciones o circunstancias. Podemos tener pereza, lujuria, vanidad, gula, avaricia y orgullo. En general todos tenemos alguna parte de estos defectos, pero se manifiestan en cada individuo en forma diferente y muchas veces asociados entre sí.
Para ir corrigiendo esto que está presente en nosotros debemos detectar cuando el impulso que nos lleva a obrar es egoísta, porque proviene de algunos de estos defectos, y justamente eso es lo que tenemos que cambiar. Es necesario entender cómo se debe obrar y obrar en consecuencia. Y la forma de obrar en beneficio para el espíritu es hacerlo en Amor, y no solamente atendiendo los intereses propios. En cada acto de nuestra vida a la hora de obrar debo hacerlo con el objetivo de servir, de que sea en beneficio de todos, no solamente por lo que se va a recibir a cambio. Todo lo que haga de bien para mi espíritu es de bien para el espíritu de todos, y todo lo que pueda hacer para el bien del espíritu de los demás también lo es para mí.
Para llevar esto adelante es necesaria estar en atención. Atento a lo que pasa a mi alrededor y a lo que sucede en mi interior, que es la verdad en la que nos toca vivir en este presente. Cuando tengo que obrar medito antes de hacerlo, poniendo atención en lo que estoy haciendo. Nosotros tenemos la opción de hacer las cosas bien o mal. ¿Qué elegimos? Normalmente la que está mal es la más fácil, la más conveniente y lo que hace la mayoría de las personas, pero resulta que muchas veces ocasiona daño. Entonces al obrar es en donde tengo que participar conscientemente haciendo lo que corresponde, más allá de lo que todos piensen, si eso en realidad es en beneficio de todos y estoy poniendo Amor al hacerlo.
La atención
El obrar como corresponde es un beneficio para el espíritu, pero obviamente lo que yo hago de bien por el espíritu, lo hago en contra del ego. Muchas veces adentro hay molestias al hacer las cosas bien, porque esto va en contra de los propios intereses del ego.
Eso es una meditación activa en la cual voy cambiando mi vida y dejando de alguna forma, en la medida que voy poniendo cada vez con más pureza el Amor, una estela de Luz. Si voy marcando mis huellas con Luz, estoy dejando un camino marcado para quien viene detrás, pero si yo vivo en el egoísmo es algo que se mezcla entre tantas pisadas, en medio de todo este barro y no se distingue cuál hay que seguir.
Si en mi vida diaria en vez de participar aportando ego, porque reacciono, obro mal, contesto, etc; pongo atención y veo en dónde tengo que poner Amor, es donde comienzo a hacer la diferencia.
Vivimos por el Corazón que es el que nos da la vida, el sentido a nuestra vida espiritual lo tiene el Amor que bombea el Corazón, y ese Amor que bombea el Corazón es el que nos tiene que llevar a ver toda forma de vida, conectarnos con ella y acompañarla en su proceso evolutivo, así como nosotros también necesitamos que nos acompañen.
Daniel Ferminades