En búsqueda de la paciencia

¿Cómo enfrento esa búsqueda de la paciencia, si no es en esos momentos en los cuales se hace presente la situación que me lleva a perderla? Haciendo yo el esfuerzo de ponerla en práctica. Entonces tenemos que enfrentarla, no es que cuando estamos en calma buscamos paz porque la tenemos, sino que es en ese momento en que la situación nos lleva a perderla, cuando es más importante vivirla. ¿Y cómo voy a vivirla si no hago el esfuerzo por llevarla adelante? Y digo esfuerzo porque no está en mi naturaleza. Hay gente que es pacífica por naturaleza, no le podíamos pedir a Gandhi que tenga paciencia, estaba en su naturaleza la paciencia. Pero digo: hay gente que no la tiene y debe hacer un esfuerzo. En el caso de Gandhi, podemos pensar tal vez que no le fue un esfuerzo, pero en definitiva era su naturaleza. En nuestro caso, que no está, tenemos que hacer el esfuerzo.

Hay partes de esta tierra que hay que trabajar para sembrar lo que es de Dios, limpiar de malezas, ablandar la tierra y darle la preparación adecuada para la simiente que viene, y hay otras partes que ya están preparadas en nosotros. Hay cosas que nos resulta fácil llevar adelante y no nos cuesta, y hay otras que sí. La que nos resulta fácil es porque la naturaleza de alguna manera nos ayuda, y porque hemos conseguido espiritualmente, en algún momento de nuestra existencia, esto que es una conquista espiritual. Lo que no hemos conseguido todavía es algo que tenemos que hacer un esfuerzo para llegar a conseguirlo, sumado a que normalmente no encuentro eco en mi entorno, para que me ayuden.

Lo más probable es que, queriendo trabajar la paciencia, te encuentres con muchas personas que te hagan perderla. Uno a eso no lo entiende como ayuda, pero en realidad es lo más adecuado porque es ahí en el momento y el lugar en donde podés conquistar esa paciencia. Si te rodearas con personas, que te aman y hablan de amor y todos están de acuerdo con lo que estás diciendo y vos con lo que ellos dicen, no perderías la paciencia, entonces pensarías que lo superaste, pero en realidad te rodeaste de las personas que te conviene tener alrededor.

Muchas veces el Maestro, la Vida, nos da la enseñanza de un golpe, y no con Amor como nosotros esperaríamos. ¿Por qué? No es porque nunca lo hizo, cuando llega como golpe, es justamente por no haber estado atentos cuando, con Amor, nos lo quiso transmitir.

Siempre, cuando hubo situaciones que te hicieron perder la paciencia, tuviste la posibilidad de no perderla. Uno dice: Bueno, está en mi naturaleza, entonces ahí la justifica y ella sigue teniendo fuerza y libertad para hacer lo que quiere. Lejos de identificar que tengo que trabajarla, aparte de pensar que es parte de mi naturaleza, le echo la culpa al otro, que es el que me hizo perder la paciencia, y no asumo mi responsabilidad ante ese hecho.

Entonces, ¿qué va a cambiar? Todas esas son cosas que hay que cambiar.

Si hay alguien que hace algo, que verdaderamente le hace perder la paciencia a cualquiera, aún así, no hay que cargarle culpa a él, ni marcarlo, sino que yo tengo que trabajar  en mí esa pérdida de paciencia. Así vuelvo todas las situaciones en beneficio de un crecimiento interno.

Daniel Ferminades

Extraído del Libro ¨Acompañando el Impulso de una Nueva Vida¨ Distribuido por editorial Kier. 2015