Según soplan los vientos

Estamos como navegando a lo largo de  nuestra vida, en este infinito océano y según soplan los vientos. Si soplan a nuestro favor, nos resulta fácil avanzar. Si no soplan parecemos estar detenidos, si lo hacen en contra, parecemos retroceder. A veces nos distraen las cosas que están alrededor, y nos desviamos del camino que tenemos que seguir, por entretenernos. Esto sucede porque no tenemos en claro y firme la deci­sión de hacia dónde tenemos que ir, saberlo no es sufi­ciente. Puede que sepa hacia dónde tengo que empujar este vehículo para que marche, pero si no estoy en ar­monía con el entorno, va a ser difícil aunar fuerzas para ir todos hacia el mismo lado, porque cada uno empujará de acuerdo a lo que le conviene o a lo que entiende.

Tenemos nuestra propia voluntad, nuestro libre albedrío. Pero, por encima de la nuestra está la Voluntad del Padre.

Nadie quiere sufrir porque no hace falta, pero no debe­mos huirle al sufrimiento. Uno no lo quiere, pero muchas veces lo tiene que asumir. Para llegar a esto hay que ser osado. Para poder encontrar en la osadía la fuerza de voluntad suficiente para enfrentar lo que se presenta, tengo que tener en claro hacia dónde me dirijo. Si no lo tengo en claro, muchas veces dudo, sobre todo cuando aparece el trabajo que no quiero hacer.

La vida debe ser consagrada al Padre, en Amor. No im­plica que todos seamos sacerdotes, sino que aprendamos a poner Amor en nuestro diario vivir: familia, trabajo, pa­dres, hijos, esposos, esposas, empleados, patrones, no importa la situación. Hay personas que nos caen en gracia y otras que no, pero si la vida nos lleva a estar cerca de ellas,  tal vez podamos dar ejemplo.

No siempre se da ejemplo a través del verbo, sino que muchas veces es a través de los hechos, que es una manera más respetuosa de llegar. Cuando uno hace algo diferente habrá quienes aprueban, otros que desaprueban, pero cuando uno dice algo que es diferente a lo que la mayoría piensa, es más fácil que haya desaprobación porque sienten que se está marcando que los demás no hacen bien las cosas.

Hay muchas cosas que incorporar en nuestra vida desde la claridad, cuestionar todo lo que hacemos. Por ejemplo cuando vamos a trabajar, porque necesitamos el dinero preguntarnos a dónde conduce esto, analizar y hacer la experiencia de vivirlo desde distintos lugares. Se puede pensar en ir por el salario, generalmente parece poco lo que recibimos y mucho lo que estamos haciendo. Cuando analizamos desde lo que podemos dar, desde lo que podemos colaborar con el conoci­miento para ayudar a la otra persona a que resuelva algún problema, ahí cambia el ánimo  y la actitud es dife­rente, ya no analizamos  el tiempo o lo que recibimos a cambio.

Entonces ¿cómo vivimos una cosa o la otra si no es to­mando nosotros la decisión sobre cómo vivir? Si lo deja­mos en manos de nuestro ánimo, un día que hay luna llena andamos medio cruzados, el día que sopla el viento norte que nadie se nos cruce, el día que nos levantamos con el pie derecho todo es una sonrisa. La vida no puede ser así, de acuerdo a cómo soplan los vientos. Tenemos que ver, si los vientos soplan en contra pero tenemos en claro que debemos ir hacia aquel lugar, lo más prudente será plegar las velas para no hacer resistencia y, a lo mejor, ya no nos lleve el viento gracias a la vela, sino que ahora tendremos que hacer un esfuerzo y remar.

Daniel Ferminades

Extraido del Fascículo  Aprender a perdonar