“Es el amor el que invoca una vida”
Cuando el amor está presente es él quien está invocando la vida, y ese amor que está invocando es el amor que tomará forma.
Con amor se hizo la invocación. Entonces, se tiene, se posee y se entiende el amor que hace falta para acompañar el crecimiento sano de una criatura.
Más allá de que el hombre hace su aporte en un momento, es en la mujer en donde se gesta la vida.
Traer un hijo al mundo es todo un trabajo. El dolor del parto puede parecer el peor momento, pero para muchas madres ese dolor desaparece al tener al hijo en sus brazos. Luego hay que acompañarlo durante mucho tiempo, y es constante el cuidado.
No tiene lógica traer a la existencia una vida si no está el amor para acompañarla. Eso tiene que ser en todo momento, desde que se está gestando, con una atención amorosa.
La criatura, aún dentro del vientre tiene que crecer en un ambiente amoroso. Debemos procurar, en lo que esté a nuestro alcance, crear ese ambiente, crearle un aura de amor. Hablarle con conciencia, de manera que pueda entendernos. Para poder llegar a eso como madre, como padre, tenemos primero que haber tomado esa conciencia nosotros.
El amor es luz aunque no lo veamos, no es tan solo algo que tenemos para dar o que sentimos, el amor es luz.
Esa luz estará presente en los hijos y les permitirá ver con más claridad el camino que tienen que seguir.